Apartamentos y alquileres en Alcobaça

Esta pequeña ciudad portuguesa se encuentra a unos 100 kilómetros de Lisboa. Fue el hogar de la Orden Cisterciense por más de 700 años, dejando a su paso imponentes edificaciones religiosas como el Monasterio de Alcobaza y el de Santa María de Cós. Además de edificaciones magníficas, la localidad de Alcobaza posee una costa de 12 kilómetros de extensión, con playas que se esconden entre acantilados, matorrales y bosques como la de Pedra do Ouro o la de São Martinho do Port.

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En la localidad de Alcobaza abundan museos y obras arquitectónicas de interés. Su principal monumento es el Monasterio de Alcobaza, una edificación de estilo gótico que es considerado Patrimonio de la Humanidad. Museos como el Museo del Vino, el Museo de la Cerámica Maria do Céu y Luis Pereira de Sampaio y la Casa-Museo Vierira Natividade son conjuntos culturales donde podrás observar distintas exposiciones relacionadas con arte, etnología, arqueología e incluso de viticultura. En Alcobaza hay un museo para cada tipo de curioso.

La encantadora localidad de Alcobaza es pequeña y agradable. Posee monumentos de gran valor artístico, así como parajes naturales de ensueño y playas donde se le puede dar uso a las tablas de surf. Planea un día de pícnic en la Laguna de Pataias o anímate a dar un relajante paseo por las costas de la Playa da Pedro do Ouro. Adéntrate en un museo interesante como el Museo del Vino o da vueltas por las ruinas del Castillo. Alcobaza es un lugar maravilloso para perderse por un rato y olvidar el estrés de la vida cotidiana.

Su construcción empezó en el s. XI en un estilo descrito por los estudiosos del arte como gótico primitivo. Más allá de su arquitectura, lo que hace infame a este monumento son las arcas de don Pedro y doña Inés que yacen en su interior. Hermosamente ornamentadas y colocadas cara a cara, son una conmemoración del amor prohibido entre ambos que acabó cuando Alfonso IV, padre de Pedro mató a su amada.

Este museo alberga una hermosa colección de cerámicas producidas localmente por la empresa portuguesa Raúl da Bernarda & Filhos. Además de su colección permanente, el museo suele exhibir exposiciones temporales relacionadas con el arte de la cerámica, por lo que siempre hay algo nuevo que ver.

Esta bodega solía pertenecerle a José Raposo de Magalhaes, un productor que se encargó de cambiar la forma en que se producía el vino en Alcobaza. Todos sus utensilios, prensas, botellas y alambiques están depositados aquí, sumando más de 8 000 artículos a la colección de este museo. Una parada muy interesante para aquellos interesados en el vino y su producción. No olvides quedarte hasta el final del recorrido para gozar de una muy merecida sesión de degustación.

Fue propiedad de una orden de monjes durante el x. XII, y fue sitio de plantaciones de uvas para la fabricación posterior de vino. La edificación se desmanteló en el s. XVIII y desde entonces ha estado abandonada. Sin embargo, algunas de sus paredes siguen en pie. Es un mirador maravilloso desde el que puedes obtener vistas envidiables de toda la ciudad y el paraje que le rodea.

Con dunas doradas y una laguna rebosante de vida silvestre, la Playa de Salgados es un lugar hermoso para tomar una caminata descalzo y sentir la arena entre los dedos. El mar suele estar muy agitado, por lo que es más recomendable practicar deportes como el surf y no el baño. Sin embargo, el paisaje que le rodea hace de este sitio un paseo maravilloso. Anímate a ver las garzas y las avocetas que revolotean por sus aguas.

Se construyó en el s. XII, poco después de Alcobaza, para acoger a viudas que deseaban seguir la vida monástica. Su diseño actual data del s. XVII y aunque su exterior parece sencillo, su amplio interior cuenta con hermosos azulejos decorativos y un altar de madera dorada con hermosa artesanía.

Tiene una peculiar forma de concha de almeja, encerrada por un par de acantilados. A diferencia de las demás playas de la zona, las aguas de esta bahía son más dóciles, por lo que es un buen lugar para darse un baño y flotar en el mar.